¡Llorar se vale! Apoya el antídoto contra el estrés

«¿Puedo llorar?»  pregunta la hija de 4 años a su madre al enterarse de que su perrito estaba muerto.

Que no te sorprenda que esta niña piense que tiene que pedir permiso para llorar, si desde que nació se le ha hecho entender que llorar es algo que hay que evitar.

¿Es molesto escuchar a un niño llorar? ¡Claro que sí! Y como estamos acostumbrados a deshacernos de lo que nos molesta, automáticamente buscamos cómo callarlo: metiéndole algo a la boca, un chupón, mamila, dulce, o  lo amenazamos o castigamos.

Entonces, el niño aprende a reprimirse. Pero algunos se dan cuenta de que pueden sacarle provecho al asunto y conseguir lo que quieren: si lloro en la tienda, mi madre me compra el juguete que quiero; si lloro, mi padre me da permiso de ir a la fiesta; si lloro, me retiran el castigo.

Pero el llanto tiene una función importante, te permite soltar todo el estrés que acumulas. Es como la válvula de escape de una olla express que libera la presión.  El llanto trae un alivio maravilloso. Todos hemos tenido la experiencia de llorar, llorar y llorar, sintiendo que el mundo se nos viene abajo. Hasta que se acaban las lágrimas pues algo se ha limpiado, algo se ha sanado. Y como después de un día lluvioso, nuevamente sale el sol y renacemos con gran alivio.

El niño pequeño expresa libremente lo que siente  pues todavía no tiene ideas preconcebidas sobre lo que es correcto e incorrecto. Así que de manera natural cuando algo le molesta o le hace falta, llora. Está hambriento y llora, se siente cansado y llora, está enojado porque no le das lo que quiere, y llora. Así de sencillo.

Pero ¿qué pasa si cada vez que llora lo callas? ¿Qué pasa con esa presión que no dejas escapar? Pues que buscará otra salida, a la mejor a través de un dolor de estómago, alguna alergia, irritabilidad, alteraciones en el sueño, etc.

Nuestra sociedad se ha empeñado en querer eliminar el llanto de nuestras vidas, como si fuera algo vergonzoso, algo penoso que debe evitarse a toda costa. Algunas madres están convencidas de que si su hijo llora, ha de ser porque están fallando en su tarea de mantenerlo siempre feliz.

Pero si deveras quieres que tu hijo sea feliz, es necesario que aprenda a liberar su estrés a través de llorar, para que tenga una vida emocional sana.

Quítale el estigma al llanto y recupera tu capacidad para expresar de una manera más libre pero responsable tus emociones. Enséñale a tu hijo que llorar, ¡se vale!

De esta manera estarás contribuyendo a crear una sociedad más sana,  más equilibrada que conecte ¡con las necesidades del corazón!

 

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