Los cambios que estamos viviendo exigen que el maestro se actualice para educar  ¡a través del corazón! Sólo así podrá preparar a las siguientes generaciones para un mundo incierto y cambiante.

Ser un maestro es un privilegio. Reconozcamos la oportunidad que nos proporciona la convivencia diaria con nuestros alumnos para abrir nuestro corazón y dar lo mejor de nosotros mismos.

Cuando el maestro reconozca de manera consciente la importancia de su labor, la sociedad le corresponderá dándole el lugar que merece, como formador y educador de las siguientes generaciones.