Amar es estar presente

Tu das a tu hijo lo más preciado que tienes: tu tiempo, y él te regresa a cambio su amor sin condiciones.

Te invito a eliminar algunas actividades de tu vida para que tengas más tiempo disponible para convivir con tu hijo. Para que hagas un espacio en donde te puedas acercar para conocer quién es, qué le apasiona, qué lo avergüenza, qué le divierte, qué lo inquieta, qué lo atemoriza. Para que lo animes si está decaído, y lo alientes si tuvo un mal día. Para que te muestres vulnerable, cercano, expuesto. Para que conozca tu lado suave y tierno y le contagies tu alegría y tu pasión por la vida.

Es un dar y un recibir. Tu das a tu hijo lo más preciado que tienes: tu tiempo, y él te regresa a cambio su amor sin condiciones. Tú le das tu experiencia y sabiduría, él te entrega su absoluta confianza. Tú le das seguridad y él se recarga agradecido.

De tu hijo siempre recibes más de lo que das, sólo que a veces no te das cuenta. Te dejas envolver por la prisa, la urgencia de lo inmediato y dejas de estar. Y para ver se necesita quietud. Apaciguarte para que se asiente el torbellino de emociones que no te permiten ser. Porque es el ser el que se conecta, el que clama por mostrarse y compartir. Es tu parte hermosa, sencilla que no le interesa aparentar. Es la parte que ama.

Caminar al lado de tu hijo es un regalo. ¡Acompáñalo con el corazón abierto!

 

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